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lunes, 26 de diciembre de 2011

Personalidad codificada

Hace algunos días estaba viendo un capítulo de Redes en el que Eduard  Punset entrevistaba a Dean Hamer, genetista de los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos. La conversación entre estos dos grandes de la divulgación científica giraba en torno a la influencia que tienen  determinados genes sobre la conducta humana.

Hamer, que defiende la hipótesis de la existencia de genes en nuestros cromosomas que determinan la personalidad, contó una anécdota curiosa con el fin de ilustrar este fenómeno. Contaba que el descubrimiento de uno de estos genes, concretamente el gen del receptor D4 de la dopamina,  se produjo gracias a un experimento con ratas. A los desafortunados roedores se les implantó electrodos en el cerebro y fueron colocados en una jaula, de forma que cuando intentaban escapar de ella se les aplicaba una pequeña descarga eléctrica que hacía que retrocediesen. Sin embargo, y pese a las sucesivas descargas, una de las ratas parecía empeñada en escapar. Lo que se descubrió después fue que el electrodo de esa rata había sido colocado en una zona del cerebro llamada núcleo accumbens, encargada de la liberación de la dopamina, un neurotransmisor relacionado con la sensación del placer y  la motivación. Lo que ocurría en realidad es que las descargas eléctricas producían un aumento en los niveles de dopamina del cerebro de la rata lo que, a su vez, hacía que ésta experimentase  un placer inmenso cada vez que recibía una descarga, de forma que prefería recibirla a realizar otras actividades como comer o jugar.

Según Hamer, el gen del receptor D4 de la dopamina es el último regulador de la liberación de la dopamina y, citando sus palabras: “es casi como un termostato que determina de media lo feliz que es alguien”. Además de este gen, contaba que su equipo había localizado otros genes que podrían estar relacionados  con aspectos de la conducta tales como la orientación sexual o incluso la espiritualidad.

Este descubrimiento podría tener implicaciones mucho mayores que a priori podrían pasar desapercibidas. Si, tal como afirma Hamer, la personalidad viene determinada por nuestros genes, significaría que el ADN no sólo contiene la información codificada necesaria para el desarrollo estructural y el mantenimiento de nuestro metabolismo, como se venía pensando hasta ahora, sino que también definiría nuestra forma de ser.  En otras palabras, todo lo que somos estaría incluido en esa molécula helicoidal que se encuentra en cada una de nuestras células, como si del plano de una obra se tratase. Presumiblemente, podríamos contestar una de las dudas de carácter existencial más extendidas en la filosofía: ¿dónde se encuentra el alma? Hoy podríamos contarle a Descartes que se encuentra en nuestro genoma, como todo lo demás.

Sin embargo, que los genes determinen en gran medida nuestra personalidad no significa que seamos robots programados que no pueden cambiar su forma de ser. La experiencia y la interacción social también deben jugar un rol importante en la evolución de la conducta a lo largo de nuestras vidas. Aunque, tal vez en el futuro se descubran genes implicados en la capacidad para cambiar nuestra personalidad en función de nuestras experiencias.

Lo que está claro es que el estudio de los genes que determinan la personalidad es, cuanto menos, fascinante y nos acerca más al conocimiento de lo que somos realmente.

8 comentarios:

  1. Enhorabuena Germán.
    Doy fé de que tienes unos extraordinarios genes y que aquí sólo empezamos a visualizar su inquieto desarrollo.
    Por otra parte, que la personalidad viene determinada por nuestros genes y por ende que definirá nuestra forma de ser, es un axioma empírico (que no matemático) que también se traslada a todas nuestras facetas humanas, no sólo en lo que somos sino lo que también seremos capaces de ser (tanto en el plano personal e individual, como en el social y/o profesional / empresarial).
    No obstante lo anterior, siempre podemos alterar esas expresiones (o resultados) como parte de nuestra reingeniería de procesos (decisiones que basamos en experiencias, intuiciones / iluminaciones, inquietudes, descubrimientos, etc), por lo que en esta alteración podría estar implícita la expresión del Alma y por tanto no ser tan determinista como los Grandes Pensadores y/o Científicos (que has nombrado) quisieran hacernos inferir.
    El ser propenso a, no determina el resultado final, en caso contrario seríamos plenamente predecibles (gracias a dios nunca lo somos "plenamente") y no vale decir que hay genes por descubrir que implicarían el total determinismo (claro, gracias a dios, están por descubrir), eso no es científico, es un principio del márketing (crear la necesidad).
    El Alma yo entiendo que sería nuestra guía y los genes las herramientas que nos construyen (el engaño "comercial" de estos pensadores es que los quieren convertir en guías, porque vende mas para sus fines).
    Por eso la Genética tiene tanto futuro y tanto éxito, porque permite y permitirá reemplazar nuestras herramientas cuando estén defectuosas o, a priori, tenerlas sin falla cuando éstas se engendran, pero no podrá predecir el resultado, sólo garantizar el estado "a priori" de la herramienta.
    Si infieres, podrías incluso alcanzar gran longevidad, que no la inmortalidad, característica creo, que es exclusiva del Alma.
    Lo que tiene claro mi "alma", es que estaré pendiente de lo que publiques en este y otros medios, también me lo piden mis "genes" que, aunque no coincidan ninguno con los tuyos, si han tenido el orgullo de coincidir y plasmarse en este mundo con algunos de los tuyos.
    De nuevo te reitero mi mas sincera enhorabuena.

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  2. Interesante teoría a la que se ha llegado con esta investigación. Nos posibilita que en un futuro no muy lejano comprendamos esa diferencia intelectual que nos separa de los animales, esa capacidad de espiritualidad que algunos llaman "alma". ¿Esta predestinado nuestro comportamiento por nuestros genes? Es posible, aunque luego en el articulo aclara que "la experiencia y la interacción social" pueden modificar nuestra, digamos "forma de ser". Pero recordando una frase, "las personas no cambian, cambian las circunstancias", me hace pensar que si este articulo tiene razón, las personas que cambian su personalidad lo hacen en contra de su propia naturaleza. Y aquí entraríamos en una cuestión aun más intrincada desde la rama jurídica: ¿Sería lícito encerrar a un psicópata por asesinato si ese comportamiento esta en su naturaleza? Es algo que el no ha elegido, y que sin embargo no puede evitar.
    Saludos y sigue informándonos a través de tu blog y Facebook de nuevos artículos.

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  3. Fenomenal post!
    Interesantisimo tema al que habrá que permanecer atento. Entre otros motivos, para disentir ante planteamientos oportunistas y falaces que se sirven de la genética como excusa. Ocultando que la propia incuria, en demasiadas ocasiones, es la causa de un mal resultado.
    Como bien se ha dicho antes, ser propenso a, no es garantía de nada.
    Además de las experiencias y las interacciones sociales, no olvidemos el azar. Su caprichoso y relevante papel en la vida. No por casualidad, Fortuna fue divinizada.
    En cuanto al psicópata asesino, libertad y responsabilidad son la respuesta. Por ello no se aplica pena, pero sí medida de seguridad.

    Enhorabuena por la inauguración.

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  4. En primer lugar, gracias por vuestros comentarios. Me alegra ver que el tema incita a la participación y eso me motiva para esforzarme más la próxima vez. Anónimo, coincido en que la genética no implica un determinismo absoluto, y me alegro de que sea así, ya que si no seríamos robots como comentaba en el post. El tema del asesino es un enfoque interesante que yo no me había planteado. Sin duda es un debate en el que entrarían en juego distintas disciplinas como la ética y la política. En mi opinión coincido con ilicitanius en que es justo aplicar medidas de seguridad, ya que el hecho de que el comportamiento esté determinado por los genes no hace que dicho asesino deje de ser un peligro para la sociedad.
    De nuevo, gracias.

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  5. Germán me parece una excelente idea este blog y promete ser muy interesante.

    Estoy en parte de acuerdo con Hamer en que todo el ser humano (físico y psíquico) está en los genes porque el epigenoma se ha desvelado fundamental y éste viene marcado por la propia vida de cada individuo (alimentación, deporte, tabaco, virus, bacterias e incluso diría que experiencias vitales)

    Las diferencias observadas en los gemelos (1 de cada 250 nacimientos) se deben a las variaciones de pequeñas marcas químicas del ADN, que en la especie humana contiene unos 25.000 genes. Los gemelos tienen el mismo genoma (los 25.000 genes iguales) pero difieren en su epigenoma (el patrón de marcas químicas), según ha constatado el equipo de Manel Esteller, director del Laboratorio de Epigenética del Cáncer del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO). La importancia de estas variaciones epigenéticas es que pueden activar o inhibir la expresión de algunos genes, y esto es lo que explicaría, según los científicos, las diferencias físicas o de susceptibilidad a enfermedades. Muchas enfermedades, desde el cáncer a trastornos mentales como la esquizofrenia, tienen un componente hereditario (genético) y otro ambiental (epigenético), y por eso en algunas parejas de gemelos uno desarrolla esquizofrenia y el otro no. Para el desarrollo de un cáncer, cuentan por igual las alteraciones genéticas (mutaciones) como las epigenéticas, según Esteller, pues "todos los tumores humanos tienen alterado su genoma y su epigenoma".

    Los gemelos tienen al nacer el mismo genoma y el mismo epigenoma, y lo que provoca la individualidad epigenética son los factores ambientales y el envejecimiento, "ambos por igual con nuestros datos actuales", según Esteller. Esto significa que si el genoma es el libro de la especie y de nuestros antepasados, el epigenoma serían las anotaciones al margen que explican la vida de un individuo concreto.

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  6. Muy interesante tu aportación, Ángel. El estudio de los gemelos siempre ha resultado útil para el análisis de la conducta humana y la genética. De hecho el equipo de Dean Hamer también ha realizado estudios con ellos. En cuanto a la epigenética, es un tema que puede dar mucho de sí y seguramente volveré a hablar sobre esto en un futuro.
    Gracias por tu comentario.

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  7. Este “descubrimiento” es de alrededor de 1870, aunque no sé si también lo es el del gen del receptor D4 de la dopamina. Homeostasis, servomecanismos, sistemas autónomos, receptores, nervios, hormonas, glándulas, moléculas… el frío, el hambre, el miedo… emociones y sentimientos. No cabe duda de que ciertos estímulos gobiernan nuestra conducta, nuestros impulsos instintivos, `urgencias´, necesidades y si nos rendimos a ellos gobiernan en último término nuestra voluntad. Todo ello parece estar trabajando para la obtención del placer y la disminución del dolor, pues parece que el placer en sí es nuestro fin más ansiado. Y el de las ratas también.

    No es una idea nueva, desde luego, como casi toda idea actual y no digo que lo digas, pero pareces sugerir que es de Dean Hamer. Los motivos, las decisiones y su consecuencia la acción; lo que determina nuestra conducta, lo que hace que actuemos o seamos como somos y cómo lo hacemos. Si toda conducta tiene un objetivo o voluntad, físico o mental, es porque parte de un presupuesto anterior, por tanto, existe determinismo en nuestros actos y pensamientos; no importa si son genéticos, culturales o si su impulso `natural´ viene impelido por el entorno que nos rodea… para nuestra satisfacción. ¡Estos roedores!

    Todo organismo lucha por minimizar al máximo cualquier desacuerdo entre sus necesidades y la realidad que percibe, o lo que es lo mismo, para reducir la tensión existente en su cuerpo entre lo que puede obtener y lo que ofrece el entorno. Claro que la garantía requiere arriesgarse; el riesgo sacrificio; y el sacrificio… bueno, a veces no reporta beneficios al individuo pero sí a la especie.

    El determinismo biológico existe, pero no porque venga Darwin y lo diga. A partir de

    Darwin el hombre nace y se comporta así sencillamente porque no puede evitarlo. ¡Qué no hará por dentro incluso de nuestra cabeza! ¿Tenemos sentimientos desde que somos capaces de percibir emociones o son las emociones reacciones físicas de malestar y bienestar las que generan los sentimientos? ¿Nos confieren la consciencia alma? Sea como fuere el impacto que se provoca en la mente es capaz de hacer funcionar al organismo como cualquier otro estímulo, pero si unas veces sana y otras no, no es por sí sola capaz de aliviar ese desacuerdo ya mencionado: ¿puedo curar mi ceguera con mi voluntad, hacer crecer un miembro amputado, curar un cáncer con solo creer en que es posible hacerlo, alcanzar la juventud indefinida…? ¿Pero cómo saber si el cambio que forzamos no estaba ya programado para ocurrir? ¿Por qué los cambios se producen en determinados momentos: tras un accidente, por culpa del amor, mediante el apoyo emocional, cuando nos despiden, ante una enfermedad, cerrar una herida…? ¿Si la mente no puede curar, es la persona la que se resigna; es su indiferencia, su cansancio? ¿Puede la voluntad estar también programada?... No sé, no sé, eso de tener poderes no me lo trago en caso extremos.

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  8. Cuando se “fabrica” una estructura está determino su comportamiento como individuo vivo o como ser inerte. Dumbo vuela. Y Superman hace muchas más cosas. Y yo que soy de carne y hueso no… tampoco tengo alas, jeje. Los genes (o lo que sea) son los cimientos sobre lo que todo se asienta, todo el organismo, y si el organismo está formado de conciencia, voluntad, acciones…digo yo que estará sujeto a sus mismas leyes biológicas. El alma (que no sé porqué se menciona) no sé si se encuentra en los genes (si es que es la concepción cristiana… o el `aliento´, el espíritu), o si existe como entidad, pero hundiría sus raíces en los genes como bien siguieres (pues que se sepa sin materia no se da, al menos en lo que a concepción humana se refiere), aunque sea de manera anecdótica, porque dudo que haya organismos inertes capaces de albergar dicha entidad a este nivel de consciencia (y no es por arrogancia humana).

    Está por ver si la voluntad realmente puede dominar millones de años de evolución, que una persona crea cambiar su conducta para escapar de la tiranía de su futuro no quiere decir que haya cambiado. Como se ignora, quizá la persona no era así hasta ese momento como sus genes pronosticaron que debe ser su conducta dado los marcadores de comportamiento fabricados, y son esos otros factores quienes incentivan a ese supuesto cambio: su verdadera forma de ser, quién sabe si programada anteriormente en los genes. El determinismo es imposible de confirmar -si se da o existe- porque en su propia `naturaleza´ implica ya la imposibilidad de cualquier voluntad, pues se ignora si este libre albedrío es o no determinado y si nuestras elecciones son o no decisiones propias o caminos ya preestablecidos pues cualquiera de estas decisiones no son solo opcionales sino que hay un número determinado o establecido de de ellas dada la materia de la que estamos hechos.

    Las personas no cambian, manifiestan su forma de ser verdadera en algún momento de sus vidas, y pueden mantener ese cambio indefinidamente si algún acontecimiento imprevisto no altera su nuevo estado y revela su verdadera manera de ser, que puede ser la que era o la que es tras el “cambio”. Si una persona “cambia”, o necesita cambiar su manera de ser, es porque no se encuentra a gusto con cómo es: un esfuerzo forzado, o porque se siente diferente a como actúa necesita el cambio si es que se produce en verdad y no es familiaridad con lo cotidiano. No es sino otro proceso del desacuerdo ya mencionado arriba, ya sea porque el organismo lo pide o la conciencia lo necesita para poder ser en consonancia con lo que quiere -o siente- que debe de ser su yo verdadero el que es cuando nada lo intimida. Lo que las circunstancias hacen es cambiar el comportamiento de las personas dado el beneficio o ausencia de sufrimiento que obtiene de ellas. Si el estímulo no fuerza a la persona a “cambiar”, posiblemente el “cambio” no se produzca. Claro que otros lo llaman maduración, no solo lo pide la voluntad sino también el cuerpo.

    La política… yo diría que no pinta nada, Germán, en ese tema. De hecho si se conoce uno bien no es difícil predecir su comportamiento.

    Bueno, aunque parezca sentencioso en realidad solo son meras opiniones reflesivas. Me gustó el tono que empleaste en el blog de Punset y me pasé. Con gusto; para qué negarlo. Y sin ánimo de ofender comentarios, faltaría más, que también estoy de acuerdo con muchos puntos.

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