“Cuidado con el infinito, el primer tío que se atrevió a
meterse con el infinito murió solo y en un manicomio”. Esas fueron las palabras
de mi profesor de fundamentos matemáticos refiriéndose a Georg Cantor,
matemático alemán nacido en 1845.
Cantor, que a día de hoy es considerado uno de los
matemáticos más importantes de la historia, trabajó en la teoría de conjuntos y desarrolló la teoría de los
números transfinitos. Esto último hizo que fuera ridiculizado por sus
contemporáneos (incluso por amigos y profesores) ya que se trataba de una
teoría revolucionaria. Fueron estas críticas junto con algunos problemas
personales lo que hizo que perdiera la cordura y llegara a considerarse a sí mismo como un profeta
elegido por Dios para comunicar la existencia del infinito.
Afortunadamente, aunque la triste historia de Cantor es un
ejemplo de lo que puede pasar por “meterse” con la idea del infinito,
actualmente contamos con excelentes científicos que se atreven a desafiar a
este complicado concepto. Concretamente, los astrofísicos Jean-Pierre Luminet y Glenn D. Starkman y el
matemático Jeffrey R. Weeks, en un artículo publicado en la revista Investigación y Ciencia (versión
española de Scientific American),
cuestionan la presunta infinitud del universo.
En dicho artículo se explica que, aunque a primera vista nos
parezca que el cosmos tiene dimensiones infinitas, podríamos ser víctimas de
una ilusión creada por la luz que rodea a todo el universo. Este fenómeno es
más fácil de entender con el ejemplo de la “caja de infinito”. Imaginaos que
introducimos tres bolas en una caja cuyas paredes están tapizadas por espejos,
de forma que éstos producirían infinitas imágenes de dichas bolas en todas las
dimensiones del espacio. Del mismo modo, la luz haría el papel de los espejos,
mientras que las bolas se corresponderían con el conjunto de todas las galaxias
que componen el universo, de forma que nosotros, desde nuestra ubicación,
observaríamos un universo aparentemente infinito cuando en realidad lo que
vemos no son más que copias de todas las galaxias, incluida la nuestra.
Según estas explicaciones, observaciones astronómicas podrían acabar descubriendo
versiones de la Tierra de épocas anteriores. Imaginad poder asistir a
acontecimientos históricos como si de una película se tratase. Por increíble
que parezca podría ser posible.
Sin embargo, la idea de un universo finito con una dimensión
definida y cuantificable presenta un gran inconveniente ya que, si tiene fin,
necesariamente ha de tener un límite. Y si tiene un límite debe haber algo al
otro lado y, lo que hay al otro lado, ¿no sería también parte del universo e
implicaría su infinitud?
Ante este problema,
en el artículo se plantean diversas teorías que se basan en posibles
estructuras que podría adoptar el universo y que permitirían que fuese finito
y, además, no tuviera límite. Estas complejas estructuras corresponderían a un
universo plegado sobre sí mismo y cuyos límites se unirían, de forma que si
alguien alcanzase uno de los límites
automáticamente aparecería en el límite opuesto. Sería algo similar a lo que
sucedía en el famoso juego del Comecocos,
en el cual se podía escapar de los fantasmas a través de un pasillo que
comunicaba con el otro extremo de la pantalla.
Lo curioso de esto es que si el universo resultara ser
finito probablemente algún día llegaremos a calcular sus dimensiones pero, si
fuese infinito, nunca encontraríamos pruebas concluyentes de ello y por lo tanto
nunca llegaríamos a saber la verdad de su naturaleza.
En cualquier caso, la realidad es que el concepto de infinito es tan sumamente
complejo que quizá lo mejor sería no meterse con él, como diría mi profesor, y
dejárselo a expertos como los que he nombrado antes, quienes nos demuestran con sus investigaciones que
están preparados para ello.
Si que hay que estar preparados para poder hablar de este tema, desde mi ignorancia, pienso que es infinito, porque como bien dices, si fuese finito, habría algo al otro lado, con lo que no acabaría nunca.
ResponderEliminarPIENSO QUE REALMENTE NO VAMOS A SABERLO, POR LO MENOS EN ESTA DIMENSIÓN.
Feliz año, Germán!!
Igualmente Doria y feliz 2012 al resto de lectores!
ResponderEliminarFinito o infinito, a ver si al final todo va a depender del "cristal" por el que se mira.
ResponderEliminarBromas aparte, igualmente reconozco mi incompetencia en éste tema (y en muchos otros) por lo que sólo deseo agradecerte (también extensible al resto de tus seguidores) estas interesantes cuestiones que planteas y desearte (os) que los reyes te (os) sigan colmando de conocimiento.
Pd.: Es una obviedad pero por si no lo sabíais, los reyes, también genéticamente, existen y sus "regalos" se despliegan "cuando llega el momento".