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sábado, 25 de febrero de 2012

"Hormigas zombis"

Los mecanismos que utiliza la naturaleza para seleccionar aquellas especies que deben sobrevivir son, en ocasiones, extremadamente curiosos.

Un sorprendente ejemplo es la especie Dicrocoelium dendriticum. Este parásito pertenece al filo de los Platelmintos (grupo de animales que incluye a las famosas tenias), concretamente a la clase Trematodos. Esta clase se caracteriza por  contener especies cuyos ciclos de vida requieren de varios organismos hospedadores. Esto se traduce en que el desarrollo de estas especies consta de varios estados y cada una de ellos necesita a un organismo diferente al que parasitar para poder desarrollarse, pudiendo ser estos hospedadores los humanos en algunos casos.

Concretamente, el ciclo de Dicrocoelium dendriticum consta de tres hospedadores, dos de los cuales son considerados intermediarios, un caracol terrestre y una hormiga. El hospedador final suele ser una vaca.
Así, el ciclo comienza cuando los huevos producidos por un individuo adulto son ingeridos por un caracol terrestre. En su interior tiene lugar el desarrollo de tres de los estados de esta especie: miracidio, esporocisto y cercaria. Las cercarias son expulsadas en forma de bolitas que quedan embebidas en la baba que el caracol va dejando a su paso, a la espera de ser ingeridas por alguna hormiga incauta.

Pero lo realmente curioso es lo que sucede una vez que estas bolitas (que pueden contener unas 100 cercarias) son comidas por el segundo hospedador intermediario de ciclo, las hormigas. Y lo que sucede es que, una vez en el interior de la hormiga, estas cercarias se desarrollan hasta alcanzar el siguiente estado, convirtiéndose en metacercarias, las cuales tienen la curiosa propiedad de ser capaces de migrar hasta el cerebro de la hormiga ¡y cambiar su comportamiento!

Así es, aquellas hormigas que sufren esta especie de control mental abandonan la rutina social de la colonia a la que pertenecen y actúan por su cuenta, comportándose de un modo muy singular. Lo que hacen estas “hormigas zombis” es trepar por el tallo de ciertas plantas hasta alcanzar las hojas. Una vez llegan a las hojas se anclan a estas utilizando sus mandíbulas, de forma que quedan suspendidas y totalmente expuestas. De esta forma la probabilidad de que estas hormigas sean ingeridas por una vaca que busque alimento en las hojas es mucho mayor que en el caso de las hormigas normales que únicamente se encuentran en el suelo. Una vez que la vaca se come las hojas de las que cuelgan “hormigas zombis” el ciclo continúa y las metacercarias continúan hasta convertirse en individuos adultos capaces de producir huevos que serán expulsados con las heces de la vaca, con lo cual el ciclo volvería a empezar.

El fenómeno que tiene lugar en el cerebro de estas hormigas es una maravilla evolutiva, producto seguramente de miles de años de coevolución. La explicación de este tipo de procesos es difícil de encontrar pero hay que tener en cuenta que la evolución es un mecanismo de la naturaleza y, por tanto, fruto de la casualidad, de la selección natural. El hecho de que el ciclo biológico completo de Dicrocoelium dendriticum requiera un cambio en el comportamiento de uno de sus hospedadores puede resultar inverosímil, pero posible al fin y al cabo, ya que la observación empírica nos demuestra que ocurre de forma natural.

Ante todo debemos evitar cometer el error de considerar este fenómeno como fruto de una intencionalidad de sobrevivir por parte de Dicrocoelium dendriticum. El Trematodo no controla intencionalmente a la hormiga sino que su presencia en el cerebro de esta debe liberar algún tipo de sustancia que altera su comportamiento habitual.

 El por qué la evolución hace posible ciclos biológicos tan complejos como en este caso es muy difícil de explicar pero la clave para entenderlo es comprender que todo aquello que somos capaces de observar es porque ha sobrevivido, y lo ha hecho por casualidad y no por intención propia.

 Los primeros individuos de la especie Dicrocoelium dendriticum probablemente tuvieron dificultades para completar su ciclo de vida, hasta que una cercaria migró por primera vez hasta el cerebro de la hormiga que lo hospedaba y produjo casualmente el cambio en su comportamiento que favoreció que ésta fuera ingerida más fácilmente por el hospedador final, la vaca. En el momento en que tuvo lugar este proceso la selección natural actuó a su favor, pues los individuos capaces de llevarlo a cabo adquirieron una gran ventaja evolutiva respecto al resto, de forma que aquellos que podemos observar a día de hoy son precisamente los que poseen esta ventaja.

5 comentarios:

  1. Hola, soy Patricia,como te dije le he hechado un vistazo a tu blog, me parece muy interesante! Me ha encantado tu publicación sobre las hormigas zombis, sorprendidisima de que puedan existir parasitos que actuen asi! Enhorabuena! Un saludo! Ciao!

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    1. Hola Patricia, me alegro muchísimo de que te intereses por mi blog. Últimamente no he tenido mucho tiempo para escribir pero tengo intención de hacerlo en breve y con una historia verídica y muy curiosa. Espero seguir encontrándote por aquí.

      Un saludo.

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  2. Pues no sé si una vez vi un documental sobre este parásito, pero me viene muy clara la imagen de la hormiga colgada del nervio de un hoja, vete a saber.

    Da pavor, pensé que terminarías metiéndonos el parásito en el intestino, Germán, y hablando de la tenia esa.

    Hasta otra.

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    1. Hola Balsa, sí que hay un documental que habla de éste y otros parásitos aunque aora no recuerdo cómo se llamaba. Sin embargo, al menos el que yo vi, constaba de ciertos errores en la explicación de su ciclo de vida, una pena.

      Sí, las tenias son terroríficas. Algunas pueden incluso llegar a ocasionar tumores cerebrales de la dimensión de un tamaño de baloncesto... Esperemos no coincidir con ellas...

      Un saludo.

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  3. Hola Germán, te felicito por la explicación tan simple sobre la idea de la "intencionalidad" de los eventos naturales. Estoy completamente de acuerdo contigo con desechar ese tipo de argumentos, pues si las estructuras, los comportamientos y/o las interacciones tienen una finalidad, sería en todo caso una hipótesis muy difícil de probar con el método científico. Además, esta postura es irrelevante cuando entendemos que los procesos biológicos que observamos en la actualidad son producto de la diversificación (son manifestaciones de la vida) y en algunos casos en que se pueda probar, de la presión selectiva.
    Saludos.

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